Importante proyecto analizará la incidencia del Covid-19 en población indígena y afrodescendiente en Chile
El estudio concluirá en noviembre de 2021 y dentro de sus resultados se espera la generación de un instrumento que permita a los agentes de salud identificar factores de riesgo y protectores en situaciones de crisis.
Este mes de abril de 2021, se acaba de publicar el primer boletín del proyecto Incidencia del Covid-19 en Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en Chile. Este proyecto nace de la constatación de que no hay información sobre los efectos del Covid-19 en los pueblos indígenas y afrodescendiente en Chile. Así, resulta clave analizar las particularidades que ha tenido la llegada del Covid-19 en los territorios que habitan los pueblos indígenas y afrodescendiente, considerando tanto los factores de riesgo como los protectores presentes en cada territorio. A través de una metodología cualitativa, se ha focalizado en comunas que posean más de un 30% de población indígena y en aquellas de la Región Metropolitana con más de un 10% de población indígena. Aquí se inicia un cruce de información con determinantes sociales como porcentaje de población rural, factores de pobreza multidimensional y la evolución en el número de contagios. Esto generó la selección de 45 comunas que incluyen población indígena y afrodescendiente. En cada una de estas, se entrevistará a personal del aparato público vinculado a las oficinas de Pueblos Originarios, salud municipal y referentes territoriales. Al mismo tiempo, se conversará con los encargados de Salud y Pueblos Originarios a nivel nacional.
«Estamos cruzando toda esta información para conocer cómo ha incidido la pandemia en cada uno de los territorios abordados. Esto es algo que hasta ahora ha estado totalmente invisibilizado y que se asocia también con la falta de información cuantitativa. No existe información cuantitativa fidedigna sobre cómo se ha comportado el Covid-19 en la población indígena y afrodescendiente, en cuanto al número de contagios y vacunados», explica Francisca de la Maza.
Según explican los investigadores a cargo del proyecto, al estar lo indígena invisibilizado no hay medidas culturalmente pertinentes, lo cual va desde los mensajes que se entregan, tales medidas de cuarentenas, y que no tienen llegada o sentido en los territorios. «Mensajes como el lavado de manos en zonas con escasez hídrica o la imposibilidad de movilidad en lugares donde los pequeños agricultores o comerciantes deben acercarse a las zonas urbanas a vender sus productos. El mensaje sobre la enfermedad se vuelve lejano cuando tú posees una cosmovisión que comprende las enfermedades desde otro punto de vista», comenta Natalia Caniguan, investigadora CIIR y directora del Instituto de Estudios Indígenas e Interculturales de la Universidad de la Frontera. Por ejemplo, en el caso mapuche, las enfermedades poseen otros orígenes, males por ejemplo, ajenos a un lavado de manos. También se asocian con ciertas conductas, equilibrios con la naturaleza, o señales como el eclipse o el florecimiento de la quila, pueden influir en cómo una miembro del pueblo mapuche puede comportarse frente a un cuadro como el Covid-19.
Según el equipo investigador, la falta de medidas con pertinencia territorial provocó que los equipos locales conciban formas para transmitir el riesgo de contraer la enfermedad. Han buscado estrategias y modos de acercamiento, visitando familias, traduciendo la información a lenguas indígenas o concienciando acerca del riesgo de visitar enfermos.
Este proyecto considera por cierto las importantes diferencias existentes entre sectores rurales y urbanos. «Es muy diferente pertenecer a un pueblo aymara con una movilidad específica o a una comunidad colla que puede funcionar de modo autosuficiente, frente a sectores urbanos donde hay una desigualdad marcada por la pertenencia étnica, donde la gente debe trasladarse para sobrevivir ya que se encuentran muy desatendidos», explica Francisca de la Maza. Es esta diversidad la que permanece invisibilizada y si las políticas públicas no la consideran, aplicando políticas con pertinencia en las realidades locales, los efectos pueden ser devastadores.
Sobre los efectos hasta ahora registrados en territorios indígenas y afrodescendiente, existe evidencia de algunos que han sufrido un fuerte impacto. «Hubo comunidades que se aislaron por un tiempo debido a barreras propias, cerrando sus comunidades, pero cuando llegó el virus se diseminó de forma explosiva contagiando a mucha gente. Esto se ha observado en varias territorios, sobre todo en comunidades más pequeñas y aisladas. Ocurrió que, ante la crisis económica en las grandes urbes, la gente comenzó a retornar a las comunidades trayendo consigo el virus», expresa Natalia Caniguan. La necesidad de acoger a familias que retornaban en busca de sobrevivencia, más los brotes relacionados con el tránsito afín a actividades económicas -salmoneras, agrícolas y mineras-, generó focos explosivos de contagio.
Las cifras de contagios en territorios indígenas esconden ciertas realidades. Al cruzar los datos disponibles por indicadores de pobreza multidimensional, niveles de escolaridad, acceso a agua potable y tasas de ruralidad, -determinantes sociales presentes en la población indígena-, la incidencia del Covid-19 es mucho mayor. «No es lo mismo contraer el Covid en una zona rural donde la posta más cercana está a dos o tres horas. Te ves mucho más afectado ya que no puedes cuidar a tus animales y huertos para seguir alimentándote», comenta Natalia Caniguan.
El equipo investigador hace hincapié en los llamados factores protectores como un modo de paliar los efectos de la pandemia en las comunidades indígenas. Hablamos de comunicación en línea, cuando hay internet, a través de celulares, lo que ha permitido mantener vínculos a través de la tecnología. Han surgido también espacios de solidaridad ante la falta de apoyo público y el uso de formas tradicionales de medicina indígena como forma de prevención y cuidado de la salud mental. Al respecto, se ha notado la importancia de las redes locales. Cuando el Covid-19 ha llegado a una comunidad, y sabiéndose desvalidos, se ha generado una articulación y autogestión local, activándose redes de solidaridad entre diversos actores. «También se ha evidenciado que en varias comunidades ha aumentado su productividad agrícola, fortaleciendo la producción y consumo alimentario autosustentable», agrega Francisca de la Maza.
Este estudio concluirá en noviembre de 2021 y dentro de sus resultados se espera la generación de un instrumento que permita a los agentes de salud identificar factores de riesgo y protectores en situaciones de crisis, del tipo inductivo. Además, a partir de identificar los nudos críticos, se conceptualizará qué es una política pertinente en salud indígena. Por último, se espera relevar las prácticas locales de autogestión para que la política púbica las use o sepa que existen, tales como liderazgos y redes de colaboración, en vista de incorporar este aprendizaje.
Pueden revisar, a continuación, el primer boletín del proyecto: